Cuando sea grande
El otro día se lo escribí a Virignitainés y ayer se lo comenté a alguien más. Las frases que empiezan con "Cuando sea grande" han sido muchas y muy variadas en mi vida.
En un principio era cuando sea grande voy a tener tantos hijos, después fueron voy a estudiar tal cosa, a trabajar de tal otra, a tener la de más allá. Parece que a medida que uno crece va pasando del instinto pleno a la racionalización materialista, aun en las frases.
Recuerdo que cuando mis hermanas cumplieron 21 años yo saqué cuentas para ver en qué año me tocaba a mí, pues tenía grandes planes al respecto. Sabía ya a tan corta edad, que a partir de esa fecha mágica iba a poder hacer un montón de cosas sin permiso de nadie.
En el ´98 con los 21 flamantes me di cuenta de que ese montón de cosas las había ido pudiendo hacer aun antes (a los 16 conocí una suerte de emancipación para viajes solita por el continente) y otras me quedaban inconclusas, por ejemplo la carrera, cuyos tiempos no se dieron como había planeado.
Después entonces, pensé que grande iba a ser a los 25 o cuando me recibiera. Bueno pues lo segundo pasó primero y visceversa. Y yo seguía sintiendo que algo me faltaba para ser grande.
Entonces claro, me dije, me falta casarme (vivir en pareja por caso) o tener 25 años y también lo hice y lo deshice y cumplí el cuarto de siglo en el proceso y todo, y sin embargo, seguía faltando algo.
Es decir, sentía que estaba madurando, a veces bien a veces a los cascotazos. Pero aun había cabitos sueltos que no me permitían soltar amarras rumbo a los mares de la edad adulta.
Me fui a vivir sola y cambié tres trabajos en el interín y nada, el acla clavada a la cuenca y el barquito en un suave vaivén.
Hasta que el 20 de julio del corriente, sentada a la mesa de un bar típico del centro quilmeño, pensando en cuáles eran las cosas de las que no habíamos hablado en "profundidad" con Vir, mi mano sufrió la posesisón de la tinta. Al terminar el trance, releí lo escrito y agregrué.
"Vir ahora estoy grande y me alegra haber llegado aquí así."
Estoy feliz de tener el trabajo que quería tener desde que soy una nena.
Tengo los amigos que nunca ni años de crecer y crecer hubiera imaginado que tendría.
Tengo una familia que resiste digna e íntegra las tormentas más intempestuosas.
Tengo un título del que no sólo estoy orgullosa por motivos diversos, sino del cual disfruté cada peldaño en la escalera a conseguirlo.
Tengo las condiciones necesarias y suficientes de conseguir un compañero de vida, en cuanto el viento sople en esa dirección, antes no forzaré mi velámen ni mi timón.
Tengo el cariño de mucha más gente de la que mientras compartí tiempo con ella, hubiera creído que conservaría.
Tengo más habilidades culinarias de las que podía haber heredado.
Tengo más zapatos de lo que preciso y los amo a todos.
Ahora que soy grande, no se que diré para referirme al futuro y sus planes, pero sé que me quiero quedar en esta etapa mucho tiempo más, antes de empezar a decir... cuando sea viejita!
En un principio era cuando sea grande voy a tener tantos hijos, después fueron voy a estudiar tal cosa, a trabajar de tal otra, a tener la de más allá. Parece que a medida que uno crece va pasando del instinto pleno a la racionalización materialista, aun en las frases.
Recuerdo que cuando mis hermanas cumplieron 21 años yo saqué cuentas para ver en qué año me tocaba a mí, pues tenía grandes planes al respecto. Sabía ya a tan corta edad, que a partir de esa fecha mágica iba a poder hacer un montón de cosas sin permiso de nadie.
En el ´98 con los 21 flamantes me di cuenta de que ese montón de cosas las había ido pudiendo hacer aun antes (a los 16 conocí una suerte de emancipación para viajes solita por el continente) y otras me quedaban inconclusas, por ejemplo la carrera, cuyos tiempos no se dieron como había planeado.
Después entonces, pensé que grande iba a ser a los 25 o cuando me recibiera. Bueno pues lo segundo pasó primero y visceversa. Y yo seguía sintiendo que algo me faltaba para ser grande.
Entonces claro, me dije, me falta casarme (vivir en pareja por caso) o tener 25 años y también lo hice y lo deshice y cumplí el cuarto de siglo en el proceso y todo, y sin embargo, seguía faltando algo.
Es decir, sentía que estaba madurando, a veces bien a veces a los cascotazos. Pero aun había cabitos sueltos que no me permitían soltar amarras rumbo a los mares de la edad adulta.
Me fui a vivir sola y cambié tres trabajos en el interín y nada, el acla clavada a la cuenca y el barquito en un suave vaivén.
Hasta que el 20 de julio del corriente, sentada a la mesa de un bar típico del centro quilmeño, pensando en cuáles eran las cosas de las que no habíamos hablado en "profundidad" con Vir, mi mano sufrió la posesisón de la tinta. Al terminar el trance, releí lo escrito y agregrué.
"Vir ahora estoy grande y me alegra haber llegado aquí así."
Estoy feliz de tener el trabajo que quería tener desde que soy una nena.
Tengo los amigos que nunca ni años de crecer y crecer hubiera imaginado que tendría.
Tengo una familia que resiste digna e íntegra las tormentas más intempestuosas.
Tengo un título del que no sólo estoy orgullosa por motivos diversos, sino del cual disfruté cada peldaño en la escalera a conseguirlo.
Tengo las condiciones necesarias y suficientes de conseguir un compañero de vida, en cuanto el viento sople en esa dirección, antes no forzaré mi velámen ni mi timón.
Tengo el cariño de mucha más gente de la que mientras compartí tiempo con ella, hubiera creído que conservaría.
Tengo más habilidades culinarias de las que podía haber heredado.
Tengo más zapatos de lo que preciso y los amo a todos.
Ahora que soy grande, no se que diré para referirme al futuro y sus planes, pero sé que me quiero quedar en esta etapa mucho tiempo más, antes de empezar a decir... cuando sea viejita!
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