Cocktail
Pasar sin mirar el camino porque el plano de lugar está en tu mente.
Llegar y sentarse en la barra sin pensar el movimiento porque tus músculos lo tienen en su memoria.
Sonreir con franqueza y picardía sin tener que pedir el trago, porque ya se sabe que tomás "Venenoso".
Beber una pócima diseñada en exclusiva, que si bien no revela ningún misterio, no traiciona porque es infalible.
Intercambiar mil miradas a los ojos, a las manos, a la boca, a la espalda y hasta alguna casi cubistas, de esas que descomponen un rostro en una consecución de partes escindidas y vueltas a reunir en un todo nuevo: el filo exterior de un pómulo, el centro exacto de los labios, la ladera oeste de la nariz, la frontera norte de la frente, la terminación perfecta del mentón.
Hablar poco y decir mucho.
Remover con la punta de la lengua, la "pelusa" de naranja que quedó en la comisura.
Dejar el trago por la mitad, para subir una escalera que también da al baño, lenta pero segura.
Llegar al piso alto y doblar apenas a la izquierda. Contar hasta 5 y percibir un mechón castaño.
Sonreír de nuevo y esperar muy brevemente el embate.
Notar el aire espeso y agridulce.
Sentir una mano tosca pero amable entre la cadera y las costillas, y la otra serena y cálida entre la mejilla y el cuello.
Apretarse sin asfixia, cerrar los ojos y encontrarse por el calor y no por la textura.
Besar entonces, mullido y levemente húmedo, sabiendo a pizca de licor de damasco.
Abrir los ojos lentamente y empezar el camino inverso a la misma velocidad, haciendo el punto justo de separarse el momento en que se deja de oler el fondo rústico del vodka y lo empalagoso de la Granadina.
Bajar por la escalera del frente y por la de atrás.
Sentarse a la barra y entrar en ella.
Terminar el trago y enfriarte la boca con los hielos como para borrar los rastros.
Intentar pagar y que la casa invite.
Agradecer, apretarse las manos y saludarse agradeciendo la distancia que imponen la barra y la clientela.
Susurrar alguna pavada al oído, soltar una carcajada, dejar caer los párpados y levantarlos de nuevo, como tiro de gracia.
Dejar Exequias, como quien sale de un velorio donde ni el muerto ni los deudos importaban mucho. Sin pena y sin culpa.
...
Gordo ya llegué!!!!!!!!!!!!!!
La pasaste bien con las chicas en el bar?
Maso, me aburre un poco ya, por eso volví temprano...
Mejor, venite a dormir!
(Encabezar el cortejo fúnebre de tu fidelidad)
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