Deponiendo las armas
Ayer fue uno de esos días, en que mi propia belicosidad desborda y los múltiples ejércitos que viven en mí atacan desordenados y sanguinarios, ganando otra batalla en una guerra que saben perdida de ante mano. Los sargentos, los capitanes y soldados, el Eje y los aliados terminaron todos heridos, muertos o agotados.
Hoy es un día de estos, en los que me levanto en paz con mis mañas, con el lado vacío de la cama, con el mate, la ducha, la rutina, mis cuadros y esa araña. Amanecí sin reclamos de Adán por la tarta de manzanas, sin Evas deprimidas, ni serpientes con canas.
Hoy es un día de estos, en los que me levanto en paz con mis mañas, con el lado vacío de la cama, con el mate, la ducha, la rutina, mis cuadros y esa araña. Amanecí sin reclamos de Adán por la tarta de manzanas, sin Evas deprimidas, ni serpientes con canas.
Hoy no me caso, no me embarco, ni cambio de rebaño. Tengo mil planes reales y alguno imaginario. Parece que este jueves, al ritmo que se mueve, me llevará de regreso a mi alfombra a charlar con la sombra de Peter Pan cuando tenga treinta años.
Hoy si me cantan "cada vez que respiras" les creo, y me dará risa si recitan "ahora que me despido pero me quedo". Hoy que se fue Romeo, el balcón huele vainilla, la luna será amarilla y el infierno echará a Orfeo.
Hoy no pierdo los cabales, ni soy mas sensata, no soy la dueña de todos los males ni la que los mata. Hoy no empieza el invierno ni acaba la primavera. Hoy no llegué última ni soy la primera. Hoy es conmigo y para mí, blanca la bandera.
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