Wednesday, May 24, 2006

Mundo Guindado


El guindado es un licor fuerte y seco con sabor a... sí, sí, GUINDAS. Mayormente se utiliza en la preparación de tortas secas (sin relleno) o se bebe una copita pequeña del mismo lejos del café, pero cerca de las masas.

En mi vida el guindado sería además de una bebida espirituosísima, el título que debería llevar el resumen de noticias amistoso-románticas de la Tía Nata. El rugby, más acá o más allá, intentando evitarlo o simplemente dejándome llevar, es una realidad tangible -jokes out girls please- que siempre está presente.

Muchos de mis amigos juegan al rugby desde que aprendieron a ponerse de pie o a pegar, lo que hubiera pasado primero: de las infantiles a veteranos sin claudicar. Algún novio jugó sólo mientras fue más grandote que el resto y luego se reitró para seguir relatando sus hazañas deportivas en MENORES DE 17 como si fueran de la primera de CASI (casi llega al plantel superior, pero le crecieron los enanos y le cerraron el circo. Ahora me entero de que retomó el entrenamiento y está convencido de que jugará de AGUATERO TITULAR EN LA PRE INTERMEDIA, según sus propias palabras).

Otros de mis amigos, nunca jugaron pero siempre estuvieron firmes apoyando al equipo: al pie de la parrilla del tercer tiempo y al pie de las mesas del quincho después del mismo.

Son estos seres tan especiales (como de colegio 501 en algunos casos), que para ellos la definición de ESPIRITU DE EQUIPO, se suele reducir a: Che Mono, el pibe de allá le miró el culo a tu novia? Cuál, el putito de pelito largo? Sí, Mono ese... Ah, no! Ahí los tenés a los 15 titulares, 10 suplentes, 1 utilero y el padre que oficia de entrenador de las infantiles, dándole a mansalva al pobre infeliz, que como se le había caído la billetera al piso, dirigió la mirada hacia abajo sin darse cuenta de que la misma, cruzaría por el camino en donde estaba meneándose el culo ajustado de la novia del Mono.

Considero que todos recordamos esa publicidad de Cofler, en que la mostraban estereotipos varios, entre ellos: LOS RUGBIERS. Camisita oxford rosada, arremangada y abierta hasta el tercer botón, pantalón pinzado clarito en verano azul en invierno, más nobuk que cuero en los accesorios y/o abrigos y zapatos náuticos.
Si por caso, alguno cayera "undecover" a alguna misión y uno se quisiera sacar la duda de cuántos "practicantes" hay en un bar, sólo es cuestión de subirse a una banqueta y gritar: PREEEEEEEEE SIOOOOOOOOOOOOOÓN! Y los tenés a todos armando scrum o gresca.

Son increíbles, tienen ol raund de güerld, las mismas directrices motoras. En ocasión de estar bebiendo, alzan sus copas, chops, botellitas o dama juanas, y las chocan dura y estrepitosamente, al tiempo que emiten un sonido entre gutural y pancreático. Su saludo entre congéneres tiende más a la dislocación oseo articular, que a la palmadita. Sus sonrisas, si centradas tienen mas fundas que sillón de 6 cuerpos. Los dedos nunca están derechos a causa de los rebotes de la guinda o las quijadas contra sus puños. Y sus hombros/pectorales son como topadoras con las que se abren paso en la vida, nunca un "Permiso por favor!"

Un rugbier solo puede parecer normal (y a mí en particular me termina generando cariño), un rugbier con otro rugbier, te montan un semblante de amenza tipo: Yo lo tackleo vos dale sin que se avive el referee.

Tres rugbiers juntos, te ponen la marca en la barra y olvidate de pasar por la línea de in goal. Si querés tomar algo, se los tendrás que pedir a ellos. Si quéres daikiri olvidate, de sus bocas sólo salen: FERNTE, WHISKY, CERVEZA.

Cuatro rugbiers en la cola del baño de pub, son una interminable locución de guarradas dirigidas a la cola del vestuario visitante (léase baño de damas).

Cinco rugbiers juntos, ya son locales no importa donde estén, te regentean la parada y no se te van hasta que la mujer de uno no llama enloquecida, y ahí salen todos juntos levantando al "llamado" como en un line out, pero con menos gente.

Seis rugbiers juntos, bien puede ser una tradición flamiliar que iría, desde el abuelo que ahora es presidente del club, el padre que está en veteranos, un hijo que es entrenador del plantel superior, otro que es win en intermedia, y los nietecitos que son los acomodados por todos los ante citados.

Siete rugbiers, es la plaga de la langosta.

Ocho rugbiers es un scrum.

Y para cerrar este relato: 53 rugbiers argentinos integrantes del seleccionados nacional que tantas alegrías nos (me) han dado, son los que firman la carta que linkeo.

A ellos de corazón les digo: Empujen pibes, empujen que la H está cerca y Uds. merecen lo que piden!






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