Monday, May 22, 2006

El teatro negro y el amor, pura coincidencia?


Ayer me llevó B2 al Luna a ver a La Vela Puerca. Una banda uruguaya que hace muy buena música, alegres protestas diría. Pero no es la crítica de la banda lo que me pone a escribir hoy, ni siquiera el comentarles cúanto más me gusta algo, cuando quien lo hace lo hace con pasión. Ni lo bien que me pone la música chocándome en el pecho y obligándome a saltar, no no, lo que me pone hoy a escribir es:
Antes de que toque la Vela, hubo teatro negro!!! Qué belleza, qué emoción, cúantos recuerdos! En mi infancia he tenido la dicha de ser llevada por mi madre, abuela y hermanas a ver diferentes espectáculos culturales, entre ellos, nunca me perdía el Teatro Negro de Praga... simplemente me cautivaba. Desde los 10 años no había vuelto a ver en vivo teatro negro, hasta anoche!
Por más que intentaba mirar con ojos de adulto abesado en la crítica de artes combinadas, mi sonrisota echaba todo por borda y ni que hablar de mis pequeños soniditos de emoción junto con los aplausitos de alegría.
El viaje de regreso al hogar fue largro, frío y oloroso, sin embargo, y a diferencia del resto de las veces, no me dormí como mecanismo de defensa, sino que me puse a pensar...
Antes de que los artistas subieran a escena y previendo la asistencia de un público con cámara en mano, el cantante de la banda dijo con muchísimo tino: "Por favor, si sacan fotos háganlo sin flash, esta gente trabaja con luz negra, así que las fotos les quedará como el culo, pero además y sobretodo, les cagan la historia a los gurises..."
Claro, he ahí el meollo de la cuestión me planteé: el teatro negro se asemeja mucho al amor (en mi endeble concepción del mismo, claro está, y espero las discrepancias del caso, por supuesto).
Uno ve un espectáculo que pareciendo real si los artistas así lo quisieran y tuvieran la desteza necesaria, en realidad, no lo es. Me refiero, todos los movimientos antigravitatorios, el factor sorpresa, la gracia, el brillo, el color. Esta cosa de que todo tiene vida per se y no porque alguien lo guíe o maneje, pero que al encenderse la luz, nos dejan ver que, la verdad de la milanga es en reaildad otra.
Para 12 pelotitas que se muevan galantes y a un tiempo furibundas hacen falta 6 titiriteros, para un muñeco grande, al menos dos personas, and so so on...

Cuál es mi conclusión dirán uds.? Si pasado ese período rómantico inicial que una pareja en los albores de ser tal tiene, descubren que todo aquello brillante y grácil, está en realidad movido por una persona todita vestida de negro que ni remotamente tiene la habilidad de hacer la mitad de las cosas que habíamos visto durante la función. Si una vez develado el secreto, uno puede seguir viendo a esa persona con el candor inicial, con la sonrisota y los soniditos de emoción incontenibles... entonces amigos, eso será amor y no el mero encandilamiento inical de una función a luz apagada!

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