Monday, April 03, 2006

Cucharas


Este tan útil como necesario cubierto o utensilio, conlleva además de una multiplicidad de usos en acto y otros tantos en potencia y su inclusión en muchos dichos, la capacidad de genrear una circular discusión de pareja.

Quiero decir, con la cuchara además de revolver, podemos "recoger" un líquido para simplificar, o urbanizar el bebido del mismo. Podemos calentarla para usar su "lomo" a los fines de alisar alguna imperfección en una cubierta de chocolate que debe estar lustroso, o usarla como viene para la crema. Puede ser "medida" del relleno de las empanadas o de un ingrediente y hasta una salvación a la hora de enroscar spaghettis.

Sin embargo, la cuchara más polémica es la que se genera al poner sobre su costado a dos personas (en lo posible de sexos opuestos, pero unidos por dicha diferencia) en una cama.

Es la cucharita una necesidad, un placer, un cariño, un deber? Somos todos nosotros cucharita "material"?

En mi humilde opinión y sobre todo si la otra persona tiene todos sus miembros en perefcto estado (por todos me refiero a TODOS), la cucharita es un clásico que variará la duración y posicionamiento (quien va adelante o atrás) conforme factores físico-anatómicos, anímicos, climáticos y por supuesto, afectivos.

Así pues enumeraré:

E. 1.92 m de persona envolviendo esta pequeña humanidad (por aquellos tiempos 1.61m / 47 kg) de modo tal que, no era posible zafarse de él en lo que durará el sueño (si dijera toda la noche mentiría porque solíamos dormir mucho más de día juntos). Asimismo, no sólo existía una imposibilidad de zafarse, sino un NO deseo de hacerlo. Presión, temperatura, dulzura y roce: EXACTOS! Las pocas ocasiones en que la cuchara se viraba, era el mismo placer. E. nació para acuchararme y ser acucharado por mí! Ha sido mi cuchara por antonomasia... (un día nos converitmos en cuchillos y los cuchillos entre sí, sólo pueden sacarse filo y hasta chispas, pero quién nos quita lo acucharado?)

Adri, no era pasible de acuchararme dado que me enterraba sus huesos costales delanteros en los míos traseros, con lo cual la cuchara solía ser conmigo detrás y sólo hasta que podía escaparme, por suerte se dormía rápido y profundamente. Entre nos, la cuchara era como esas de alpaca, que después de muchos años, no saben bien y encima cortan.

La cuchara de C. era más como si ponen una cucharita de café sobre una sopera pero mirándose entre sí. Cuando Morfeo se apoderaba de nosotros, nos desarticulábamos, pero siempre me dejaba su brazote de almohada, como si me dejara aunque sea el mango. Un amor.

Con Tíbet la cuchara de atrás era yo, y sólo duraba hasta que la cantidad de mantas que él ponía de su lado de la cama, me aplastaban o sofocaban. El sudor se equiparaba a un baño turco, y así sofocada y húmeda, me iba al rincón (para ser despertada al rato por sus bufidos de chanchito abandonado - era lógico que la convivencia no iba a durarnos no?)

Por último en esta enumeración, está M. más que cuchara era como dos tenedores de diferentes juegos. Mi pierna, su pierna, mi pierna, su pierna, su brazo, mi brazo, mi brazo su brazo. Por suerte duramos poco, porque estuve medio manca y medio renga durante todo el período (pasados los 25 años, la circulación no es la misma y uno se acalambra con más facilidad vieron...).


PD (otras cucharas que han sido o bien descartables o bien de albañil, no ameritan ser detalladas)

De todos modos y como diría el Tío Frank, THE BEST IS YET TO COME!

Y cuando llueva sopa, espero tener un CUCHARÓN!


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