Tuesday, October 10, 2006

Pasa en la vida, pasa en las películas

Haciendo eco del slogan del canal Turner Network Television de films, ayer me sentí parte de su campaña publicitaria, es decir dentro de una peli.
Eran las 22:30 y ya estaba en la cama. Me disponía, o al menos eso creía, es escribirle a Virginitainés una carta de las de puño y letra.
A tales fines había dispuesto el block A4 y el esquela, dependiendo entonces del tono de la epístola, sería el tamaño de hoja a usar.
Si brotaba intimista sería el pequeño, si surgía expansiva sería el grande.
Del mismo modo, tenía conmigo dos lapiceras, mejor dicho, una lapicera y un bolígrafo roller ball.
Entonces, si la carta era descarnada y clásica, iría con tinta azul real. En cambio, si era ágil y moderna iría con gel de secado rápido.
Me acomodé, me prendí un pucho y bajé el volúmen de la tele. Empecé a imaginarnos a las dos sentadas en una café o en el living de la casa de alguna de ambas charlando... así empiezan siempre mis cartas para Virginitainés.
Tengo tanto para contarle pensé... y entonces la carta determinó su perfil solita. Definitivamente, estábamos en el living de una casa - los temas no son para ser tratados entre las muchedumbres sedientas de cafeína y hambrientas de tostados-. Menos aun para que se generaran preguntas producto del ruido ambiente, con todas las preguntas que se generarían por los temas en sí mismos, sería suficiente.
Luego, si estábamos en un living, definitivamente, el block tenía que ser el esquela.
Empecé a imaginar las caras de Viriginitainés conforme mis relatos fueran avanzando. Sus manos en la cara y un gesto de horror, que la convierte en modelo vivo de El Grito de Munch. Mis terquedades a la hora de rebatir muchas de sus sabidurías. Su comprensión más allá del no compartir, y su compartir más allá de no entender. Me imaginé, el abrazo tierno que me convierte en nena y la mirada firme que me indica cuán mujer debo a veces ser y no soy.
Me sequé los ojos con la derecha y con la izquierda agarré la pluma, la tinta azul real es lo que más se parece a la traslucencia de mis venas en las manos y de la lágrimas en mi cara.
Ahora sí, puse el block en mi regazo y escribí. "Hola Vishita linda de mi corazón! Como te dije que te iba a llamar el sábado y no pude (al margen de que no estabas), intentaré ponerte al tanto del caso por este medio. Sé que siempre podés suspender la lectura o hasta quemar la carta, pero también sé que por mera curiosidad, cualquiera de estas alternativas te resultará más difícil que cortarme en el teléfono o decirme espantada, Ayyyyyy! Tanto no quería saber!"
Frené. Tomé aire y me puse a pensar cómo seguir, para atenuar la realidad, en caso de que esto pudiera conseguirse.
Nuevamente el mismo proceso de imaginarme charlando con ella. Como Uds. sabrán queridos sobrinos, para imaginarse las cosas, es más fácil con los ojos cerrados. Como Uds. leyeron yo estaba en la cama. Como Uds. imaginan, me dormí.
Entonces pasó en la vida, lo que ya había pasado en la película.
La siguiente imagen que recuerdo es la de mi propia persona desnuda, con cara de felicidad, mientras toneladas de pequeños papelitos a rayas llenos de algo que se supone es una letra manuscrita, caían sobre mí. Estaban por debajo, por arriba, a los costados, todo era cubierto por esa lluvia de papelitos que caía sobre mi cuerpo... así como caían en la mente de Kevin Spacey los pétalos de rosas sobre la amiga de hija en Belleza Americana.
Ya no recuerdo qué fue lo que trajo nuevamente a la realidad al perturbardo protagonista del film, pero sé que fue lo que me despertó a mí. Un mensaje de texto al celular.
Era la 1.30 de mañana más o menos, o eso creí ver. Más miraba el mensaje, menos sencillo se me hacía pensar en el contenido de la carta.
Respondí el mensaje, cerré el blcok y la lapicera. Me fumé otro cigarrillo y me volví a dormir, con la sensación de que a veces lo que pasa en la vida, ni ahí que pasa en las películas, o no Virginitainés?

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