Cuando Cólon descubrió América y cuando yo descubrí Colón
Encontróse el genovés en las Indias (nuevas) cosas tales como el café, el cacao, el maíz y otras cosas que exportó (por no hablar de las que se birló o simplemente destruyó).
Encontróse la quilmeña en Colón (Enter Ríos), cosas tales como el mate de té: que no es más que té preparado con gajos de frutas (cítricas en lo posible, hubimos probado con otras pero no queda riquito)en la taza (que debe tener el tamaño de un chop) y bombilla, de allí se bebe hasta el hartazgo mismo y resulta ser tan refrescante, como diurético y aromático.
El vino tinto en un melón con una pajita (que a la vez opera de pala revolvedora (si se me permite el neologismo)para que venga con pulpa, desde las 6 de la tarde y hasta el próximo llamado del inodoro esperando a Hugo, en la mayor parte de los casos.
El amor de verano, que a ser honestos, es el mejor descubrimiento de Colón! Sabores intensos, colores vívidos, aromas exultantes, texturas delicadas y distintivas. Temperaturas exactas para el paladar y la lengua. Y la perfecta presentación de los frugales cuerpos dispuestos casi sin decoración, pero en perfecta armonía, esperando ser descubiertos, no ya por Colón, sino entre ellos mismos.
Gracias Colón por todos tus verdes y por abrirme al mundo del amor gastronómico!
Encontróse la quilmeña en Colón (Enter Ríos), cosas tales como el mate de té: que no es más que té preparado con gajos de frutas (cítricas en lo posible, hubimos probado con otras pero no queda riquito)en la taza (que debe tener el tamaño de un chop) y bombilla, de allí se bebe hasta el hartazgo mismo y resulta ser tan refrescante, como diurético y aromático.
El vino tinto en un melón con una pajita (que a la vez opera de pala revolvedora (si se me permite el neologismo)para que venga con pulpa, desde las 6 de la tarde y hasta el próximo llamado del inodoro esperando a Hugo, en la mayor parte de los casos.
El amor de verano, que a ser honestos, es el mejor descubrimiento de Colón! Sabores intensos, colores vívidos, aromas exultantes, texturas delicadas y distintivas. Temperaturas exactas para el paladar y la lengua. Y la perfecta presentación de los frugales cuerpos dispuestos casi sin decoración, pero en perfecta armonía, esperando ser descubiertos, no ya por Colón, sino entre ellos mismos.
Gracias Colón por todos tus verdes y por abrirme al mundo del amor gastronómico!
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